Opinion
La situación de seguridad en el departamento de Casanare sigue siendo motivo de preocupación, no solo por el aumento de casos delictivos, sino por la ausencia de respuestas claras por parte de las autoridades.
Mientras los ciudadanos viven con temor, la institucionalidad permanece en silencio.Durante las últimas semanas, se ha evidenciado un incremento notable en robos de motocicletas, asaltos a establecimientos comerciales, raponazos y ataques sicariales, hechos que afectan tanto al área rural como urbana. Sin embargo, ni el comandante de Policía del departamento ni el secretario de Gobierno han entregado respuestas contundentes o soluciones concretas frente a estos casos.
Además, la ciudadanía señala una falta de liderazgo por parte del Coronel Giovanni Barrero Unigarro quienes deberían estar al frente de la seguridad. No hay presencia institucional real, y lo poco que se comunica se percibe como justificaciones vacías o reacciones tardías. Mientras tanto, las redes sociales se han convertido en el canal informal para denunciar lo que debería estar siendo gestionado de forma oficial.La falta de articulación entre las instituciones y la desconexión con la realidad que vive la población están generando una ruptura de confianza.
Hoy, muchos habitantes de Casanare sienten que están solos frente a la delincuencia. La inseguridad ha dejado de ser una sensación: es un problema tangible que no distingue estratos ni zonas geográficas.
Es urgente preguntarse:¿Quién está garantizando el derecho a la seguridad en Casanare? ¿Dónde están los planes de prevención, patrullajes efectivos o estrategias a largo plazo? ¿Por qué las autoridades guardan silencio ante una problemática que claramente está creciendo?
Mientras no haya respuestas claras ni presencia efectiva, el miedo seguirá ganando terreno y la confianza de la ciudadania se seguirá perdiendo. Casanare merece más que comunicados esporádicos. Merece una estrategia de seguridad real y un liderazgo que dé la cara.